Rodolfo Hernández: presidente de Colombia 2022-2026

Domingo 29 de mayo de 2022, día de la primera vuelta en las elecciones presidenciales en Colombia. Son apenas las 6:49 de la mañana y mientras estoy preparándome para irme a votar, llega una notificación a mi teléfono móvil. Miro la pantalla y veo que es un mensaje por WhatsApp de un amigo de hace varias décadas, y con quien hemos compartido muchas experiencias de vida, algunas buenas y otras no tanto. Es preciso indicar que él ha estado apoyando desde el principio, a la campaña del Ingeniero Rodolfo Hernández, por cierto, entregándolo todo.

Termino mi café y abro el mensaje. Mensaje que dice o recomienda “llevar TAPABOCAS para votar”. Siendo las 7 en punto le mando un emoji de “todo bien” (aquel del pulgar levantado), a lo que él me responde reenviándome unos datos: “Petro 43%, Rodolfo 30% y Fico 21%”, agrega un “Esto es de Invamer, medido ayer”. Le contesto, como buen católico no muy practicante “Que sea lo que dios quiera”. (Sí, la D debería ser en mayúscula, lo sé). Después le envió un mensaje de voz, donde le comparto algo relacionado a una especie de premonición que tuve, una en la cual, aquel candidato por quien iba a ir a votar, no me lo imaginaba de presidente. A lo que él me responde “Entonces vota a Rodolfo”. Finalizo este matutino chat mandándole un “Jajajaja”, y me siendo las 7:05 am me despido con un “Buen intento ________” (omito el nombre para proteger la identidad del amigo). Después de esta conversación, voté y con ello cumplí con uno de mis deberes como ciudadano. 

Mientras escribo esta columna de opinión, siendo las 5 de la tarde del domingo 29 de mayo, me empiezan a llegar mensajes con los resultados preliminares de los escrutinios. Con el 70% del total escrutado, con pocas probabilidades de que se pueda producir un cambio en la tendencia y como era de esperar, puntúa Petro con un 40.6%; le sigue Rodolfo con un 28.1% y Fico se queda en un tercer lugar con un 23.9%. Es decir, y en resumidas cuentas tendremos una segunda vuelta entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.

Es claro que lo que hizo Rodolfo Hernández para lograr ese resultado, en términos de manejo de campaña, y cómo logró calarle en la mente de muchas personas en tan sólo dos semanas, es de admirar. Así nos gusten o no algunos de los videos o piezas de propaganda que volvieron virales, es claro que el “viejito”, es un fenómeno político. Y no precisamente es digno de admiración por particular forma de ser, en la que además dice las cosas sin filtro y sin aquella corrección política que siempre aplaude la delicadeza y la empatía en la comunicación, así a la larga el trasfondo de lo que se diga o se haga sea nocivo para nuestra sociedad (como cuando negociaban la paz). El ingeniero es un fenómeno político porque sencillamente va a ser él, sin aparentes vínculos con las clases políticas tradicionales (que a la larga seguro le irán a apoyar, para que no los deje el tren), la persona con una enorme e histórica responsabilidad: unir un país que está profundamente dividido, por páginas que no hemos sido capaces de pasar o por narrativas que establecen algunas personas, quienes saben que dividiendo, logran conseguir adeptos y embolatar incautos.

Vivimos en un país donde estoy seguro cabemos todos aquellos que tenemos una visión compartida de una sociedad más justa, más equitativa y con más oportunidades. Sin embargo, es claro que una sociedad más justa no se logra saliendo a solucionar y a la “topa tolondra” con pañitos de agua tibia (y para quedar bien con la opinión pública), aquellos problemas que tenemos a nivel estructural en Colombia. 

Tenemos trabas que nos han impedido avanzar, relacionadas estas con nuestra cultura, lo que a su vez nos mantienen en un círculo vicioso de subdesarrollo. Tal vez por ello que la peor receta para solucionar esos inconvenientes, son las políticas asistencialistas y aquellos modelos propuestos por Gustavo Petro, los cuales a la larga promuevan la lucha de clases y el resentimiento social. Por lo que la mejor fórmula será la de alguien a quien no le interesa salir bien en la foto, o aparentar lo que no es.

A partir de los resultados del 29 de mayo el reto es inmenso para un candidato que, alcanzado el segundo lugar en la primera vuelta, será muy por seguro el próximo presidente de Colombia. A partir de mañana veremos a un Gustavo Petro (incluyendo a su grupo de secuaces), dispuesto a jugarse la última oportunidad que tiene en su vida para ser presidente, mientras, tendrá por contrincante a un invencible Rodolfo Hernández. El “viejito” a la larga se presenta como un candidato ajeno a las dos tendencias políticas que, hasta hoy, por el claro mensaje que les envió la ciudadanía que está hastiada de ese rifirrafe entre Petro y Uribe, tuvieron el principio de su fin. El Ingeniero estoy seguro tendrá, con miras al próximo 19 de junio, una estrategia igual o mejor a la que tuvo hasta hoy, para salir victorioso. El Ingeniero será el 7 de agosto, el próximo presidente de Colombia, y por fortuna sólo para los próximos 4 años, situación que con su contrincante es un imposible. 

Durante los próximos días y hasta el dia de elecciones, veremos como todos aquellos que promueven de dientes para afuera la politica del amor haciendo incluso corazoncitos con sus manos, destilarán esa mezquindad, ese odio y esa sevicia que los caracteriza, con el fin de afectar la candidatura de quien truncará ese peligroso sueño que tienen de ver una Colombia socialista. Seguro empezaremos a escuchar que el Ingeniero es Petrista, que el Ingeniero es Uribista. porque ese ha sido el discurso que nos hemos tenido que aguantar durante los últimos doce años. Sí, ¡doce años! período durante el cual lo que lo único que hemos podido lograr con relativo éxito, es dividir más nuestra sociedad como si no fuéramos colombianos. Lo anterior sin darnos cuenta de que al margen de todo el ruido alrededor de la política, los políticos y las instituciones, hemos mejorado como país en muchísimos aspectos.

Si Rodolfo Hernández no se convierte una víctima más de alguna argucia de esas en la que la izquierda radical es experta; o sufre (Dios no lo quiera), algún evento que afecte su integridad física, el 29 de mayo de 2022 sin lugar a dudas quedará para la historia como el día en que ganó, además del Ingeniero, Colombia.

¿Activismo o periodismo?

Fecha original de publicación: Junio 23 de 2020

En Colombia, al igual que en muchos países del mundo, el periodismo ético y “serio” puede considerarse una especie en vía de extinción, donde las agendas y los intereses de los dueños de los medios de comunicación, así como aquellas de los directores y editores de los mismos, son algo con lo que pretenden establecer, no solo líneas editoriales, sino incluso poner a la etérea “opinión pública” a pensar, indignarse y actuar, conforme a lo que a ellos les parece debe ser. 

Más grave que las agendas de los dueños de los medios y de sus representantes, está el activismo que adelantan sin ningún tipo de aspaviento muchos de los más renombrados periodistas y comunicadores que hay en el país. Activismo, que siendo este una expresión activa y además un frente de batalla con fines políticos, se sustenta como cualquier otro interés, en una serie de necesidades particulares, en la codicia, ganas de figurar, creencias personales, frustraciones, resentimientos, o para algunos más soñadores, en aquellos ideales para lograr una sociedad mejor, pero a su gusto. 

Periodistas éticos o “verdaderos” en Colombia hay pocos, sin importar el área de interés que ellos cubran, creería que podría contarlos con los dedos de una mano y muchos de ellos tal vez sometidos al más terrible olvido. 

Lo anterior contrasta con la cantidad abundante de activistas en medios de comunicación, que con o sin estudios relacionados con dicho oficio, ejercen como periodistas. 

Son estos personajes capaces de sembrar mantos de duda, de “cargarse” a las personas que no son de su gusto, de extorsionar amablemente a los políticos con rabo de paja y de inventarle cuentos a aquellos que no lo tienen. Son capaces de promover campañas humanitarias que tienen por detrás un interés comercial, son creativos al momento de mostrarse como redentores de los más necesitados, aunque solo sea esa una manera de conseguir mayor rating. 

Un patético ejemplo, el de aquella periodista que siendo directora de un medio y agazapada en los pergaminos otorgados por una academia, mas interesada en adoctrinar que en generar pensamiento crítico, ha sido capaz de atacar de manera solapada y permanente a quienes no son de su gusto, apoyándose en informaciones de oídas pero “de muy primera mano” provenientes de una ONG “de periodismo serio y de investigación”, que curiosamente no solo es manejada por su consorte, sino que es financiada con recursos de fundaciones internacionales, que dicen apoyar “financieramente a los grupos de la sociedad civil con el fin de promover la justicia, la educación, la salud pública y los medios independientes”, cuando en realidad lo que les interesa es promover el caos, más que propender por una “sociedad abierta”. 

Es esa la misma periodista que se vive victimizando, pero que no duda en amenazar por una red social, con la información de una “cuenta falsa” a una autoridad civil, que sí bien puede que no les guste a muchos, merece ante todo, como las demás personas, no sólo la presunción de inocencia, sino un debido proceso, más allá de la constante lapidación pública que hacen desde su posición de poder estos activistas, a quienes a la larga les callarán con pauta. 

Es desde esa posición privilegiada, que les permite llegar a imberbes, desinformados, adoctrinados, resentidos y en algunos casos desprevenidos oyentes, que pretenden difundir la narrativa propia de esa combinación de todas las formas de lucha que promueve la izquierda, con el objetivo de reescribir la historia del país. 

Son capaces estos activistas de enfilar sus baterías para lograr, con nuestros impuestos, calar en un funcionario del cual saben, por sus antecedentes profesionales, que es de su misma calaña, y con ello despilfarrar más de 6.000 millones de pesos en un viaje humanitario a la China, para traer 13 connacionales y con ese sólo “esfuerzo humanitario” lograr dilapidar recursos en mayores cuantías de los que a veces ellos, lamentan se malgastan en el país. 

Promueven conscientemente el conflicto, el odio y el resentimiento, porque saben que dividir es la manera de conseguir mayor rating, siendo capaces de manipular no sólo la información sino trastocar hechos ciertos, llegando con ello al descaro de nivelar a un estadista como Álvaro Uribe Vélez, con un terrorista como Gustavo Petro Urrego. 

Al parecer, poco les gusta la institucionalidad ya que viven cuestionando el “uso legítimo de la fuerza por parte de estado”, mientras aplauden la realización de “pacíficas marchas” donde para ellos, los de los cocteles molotov “sí que son casos aislados”. 

Gran parte de los problemas existentes en el país son gracias a estos activistas que no admiten la diferencia en el pensar, que censuran, azuzan, acusan y luego ni rectifican, con lo que logran con creces ese objetivo de tener un país cada vez más polarizado. 

Hacen un uso particular del lenguaje donde con guantes de seda, llaman: disidencias, a los miembros de las FARC que siguieron delinquiendo, esto con el fin de borrar del panorama y del recuerdo a miles de victimas, de aquellos a quienes ofrecieron desde sus micrófonos y columnas escritas total impunidad. Eso sí, a los delincuentes y narcos de las llamadas bandas criminales emergentes – Bacrim, les siguen diciendo paramilitares. 

El periodismo en Colombia está secuestrado por un grupo de amigotes que, entre ellos, se cubren sus pecados. Amigotes que no solo se limitan al libre desarrollo de su propia personalidad con el uso recreacional de sustancias provenientes de aquella mata que mata (y por eso tanta matraca para la legalización) sino que han incluido y sin ningún tipo de sanción, el uso de menores de edad en publicaciones más pornográficas que sensuales. 

Hablan sin titubeos de aquellas historias ajenas que cuenta Netflix, pero no tuvieron problema alguno cuando hacían análisis de hojas de vida de jóvenes periodistas, que luego muy seguro entrevistaron al mejor estilo de Harvey Weinstein. 

Aprovechan la mente amnésica de un país para el que parece no hubo apagón en el 92, pero hoy sí merece darle todo el palo a Hidroituango y con ello de paso, obtener mayor pauta publicitaria de EPM. Olvidaron además la toma del Palacio de Justicia por parte de quienes hoy brindan el acceso a sus micrófonos, para reescribir conjuntamente la historia. 

Es por esa amnesia colectiva que algunos pueden ocultar que fueron maestros de ceremonias para pirámides como DMG, que sin declararse impedidos por los favores recibidos, recitaban que “Pacific es Colombia” y que paralelo al levantamiento de la restricción por parte de la Unión Europea de los dineros de las FARC, al sacarla de la lista de organizaciones terroristas, promovían sin sonrojarse el Bitcoin o la criptomoneda de Esperanza Gómez, como la mejor inversión. 

Estos dueños de la verdad absoluta que nadan en ríos de doble moral, no dan puntada sin dedal, ya que cuentan entre sus amistades de vieja data a narcotraficantes probos que les financiaron sus emprendimientos “periodísticos”. Tal vez por ello, existe ese doble rasero para con un expresidente que financió su elección de 1994 con dineros del narcotráfico, el mismo que junto con muchos de ellos firmó una misiva en 1993 para que “le hicieran un juicio justo” a uno de sus amigotes condenado a 30 años de prisión, por narcotráfico en Estados Unidos, quien a su vez es el hermano de un hoy Senador de la República, al que jamás le darán garrote por ser un estandarte de esa social bacanería que quieren imponer. 

Estos activistas, se han convertido en un grupo capaz de administrar justicia por cuenta propia, de linchar mediáticamente y de acabar con la reputación de aquellos que no les parece que vivimos en el segundo país más feliz del mundo y que gozamos del mejor “acuerdo de paz”. ¿Será que la libre expresión y el deber por informar los confundieron con la libertad de llevarse por delante a quien se les da la gana?.

¿Nos están matando?

La generación de desasosiego, desesperanza y de una desconfianza generalizada en las instituciones, hacen parte de aquellas estrategias que ha promovido en algunos países que históricamente han sido guardianes de la democracia y protectores del orden mundial, aquella agenda de la izquierda radical que contempla “todas las formas de lucha”. Estrategias con las que las pretenden acceder al poder. 

Saben ellos que, tal como ocurrió en Venezuela en 1998, son efectivas para lograr dicho objetivo.  Y es que antes del 6 de diciembre de 1998 fecha en la que se eligió a Chávez, se había generalizado que Venezuela era victima de la corrupción, la pobreza y la desigualdad; Chávez llegó al poder con la promesa de una promover un nuevo país para el cual regeneraría la política a través de tan deseada por muchos hoy: “justicia social”.

Es a través de la promoción del caos y de la inestabilidad, sobre lo que se apoyan aquellas narrativas donde las palabras, al igual que distintos términos y situaciones sesgadas, se acomodan perfectamente en las mentes de algunas personas que tal vez faltos de pensamiento crítico, terminan siendo parte de hordas de indignados por causas que, siendo loables en teoría, a la larga generarán dolor y sufrimiento.

Esta agenda se expande y se replica a nivel mundial, gracias en gran parte a las nuevas tecnologías, las redes sociales y a aquellos medios de comunicación que, en lugar de informar, se han convertido no solo en amplificadores de situaciones amañadas, sino en agencias de comunicación de quienes pretenden alinear a las masas, adoctrinando y estableciendo narrativas que se soportan en lo que se conoce como la era de la post-verdad: una época donde no importan los hechos, sino los sentimientos.

Lamentablemente esto ocurre con mucho éxito hoy en día en aquellas democracias como la colombiana y la chilena, las cuales si bien no han sido perfectas, han permitido incrementar con más aciertos que errores, la calidad de vida de la mayoría de sus ciudadanos en las últimas décadas; contrario al cuento que pregona la lucha de clases de: «que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres”. 

En Colombia hoy en día vemos como están aplicando con cierto éxito modelos perversos asociados a la llamada “revolución molecular disipada”. Revolución que establece como objetivo principal afectar el flujo normal de lo que son las relaciones sociales, mediante el uso de la violencia. 

Inquieta como una cantidad de personas empiezan a hacer eco a una serie de «hechos» que afectan al “pueblo”, donde inventan o magnifican relativos abusos por parte del estado al que pertenecen, al que tildan y etiquetan hoy de asesino, sin siquiera sonrojarse. Es un sentimiento de indignación colectiva, el que termina generalizándose, haciendo creer que estamos en Colombia al borde del colapso y que la generación de los que creen que todo se merece, están siendo victimas de una dictadura, de un régimen. Lo anterior de la misma forma en que la manipulación comunicacional elevó durante el proceso de paz y con fines perversos, el conflicto con los narcos de las FARC, al estatus de “Guerra Civil”. Y pregunto: ¿vivíamos realmente una guerra civil? para nada! Convierten además hoy en día mártires a hampones, líderes a terroristas y faros de la moral pública a aquellos quienes desde la comodidad de sus privilegios, pretenden imponer un modelo que en definitiva divide, excluye y polariza. 

Las demandas sociales son totalmente legitimas, donde estado debe ser garante de los derechos de los ciudadanos, guardián de la ley y el orden, y mediante el uso legítimo de la fuerza (que es su obligación por mandato constitucional), proteger a quienes cumplan en voz baja sus deberes y que proclamen sin violencia y en voz alta, sus derechos.  

Reitero, jamás debemos ser complacientes ni “empáticos” con las injusticias y mucho menos con esos cuentos de una resistencia civil, que a la larga se torna violenta en fondo y forma, haciéndole con ello eco a lo que delincuentes y terroristas quieren exponer como una causa general: un sueño de ese “pueblo oprimido” que semánticamente acomodan con connotaciones lastimeras, para así cautivar incautos.

Debemos estar alertas con aquellos que pescan en rio revuelto, lanzando frases dramáticas con las que logran vincular a cuanto idiota útil hay por ahí. “Nos están matando” puede llegar a ser un atractivo titular para aquellos activistas del periodismo. Algo que además con alguna foto tomada desde una intención política, un video editado o un live en Instagram que hábilmente es narrado con técnica de storytelling, pueden replicarse de manera masiva obteniendo lo que al final quieren: desinformar. Ciertamente lo que se ve en las redes y en los medios, son tan solo instantes de una situación que en la mayoría de los casos está fuera de contexto.

Yo creo y sin desconocer el dolor que causa la perdida de una vida humana, lo que realmente les están matando a muchos habitantes de ese tal “pueblo” son las neuronas. Aprovechan los que quieren promover el caos en Colombia la falta de pensamiento crítico en aquellos que sienten mucho, pero que no analizan. Todos terminan a la larga siendo “mas sentidos que un bolero”. Ay, por aquel que cuestione con argumentos las imprecisiones que amplifican: porque los empáticos y tolerantes han demostrado que son mas peligrosos, que aquellos anarquistas que orgullosamente tienen como su principal fuente de conocimiento e inspiración.

Libertad y orden…

Colombia es un pais diverso y no sólo por su exuberante naturaleza: estamos llenos de contrastes, asi como de una particular formar de asumirnos como una nación.

Hemos sufrido históricamente de un incalculable numero de conflictos, todos estos de diversa índole,  incluso a sabiendas que estos iniciaron con mayor ahínco, en aquel momento en el que logramos liberarnos de quienes conquistaron y colonizaron «nuestras» tierras.

Adicionalmente a lo anterior, quienes han tenido la fortuna de dirigir nuestros destinos (para infortunio de muchos), lo han hecho en la mayoria de los casos (salvo contadas y valiosas excepciones), motivados por intereses particulares, casi siempre estos enriqueciéndoles, favoreciendo élites y promoviendo además un estado centralista que ha sido incapaz de promover desarrollo en la periferia.

Ayer 26 de septiembre, pese a los globos blancos, las serpentinas, el show friamente calculado (el paso de un avion supersónico por los cielos de la heróica), la inmensurable cantidad de pauta estatal y la cantidad de invitados ilustres (todos ellos tan pristinos para una foto, como para el festín que se darán con recursos públicos), no se acaba ninguna guerra, y no se firmó la paz. Es cierto!, estábamos ante un evento histórico, aunque para muchos, más por sus pasiones que por sus neuronas, ha sido este un momento: histérico y esperanzador.

La inmensa mayoría de politicos colombianos que están a favor del sí (por no decir todos), han sido bastante hábiles para manipular el mensaje: han hecho creer a muchos incautos que las FARC son una guerrilla, a otros les han logrado convencer que son ellos el “ejército del pueblo”, e incluir en el grupo de adeptos afines al sí, a los integrantes de aquellas minorías a las que hoy “sí” tienen en cuenta (minorias a las cuales la mayoría de los Colombianos han tratado como ciudadanos de tercera clase, directa o indirectamente, incluyéndo algunos representantes de ellas que han capitalizado discursos basados en el odio).

Esa habilidad de manipulación, imperceptible para muchos, es la que hoy hace que muchos de los llamados académicos, progesistas y defensores de la libre expresión, tengan al momento de entablar un debate, la tolerancia de Carlos Castaño!.

El pais claramente, y gracias a la manera en el que un gobierno derrochón ha manejado sus asuntos de la agenda llamada del “lo que a mi se me dé la gana”, se dejó polarizar; mucho más que aquellos fanáticos que son capaces de matar o hacerse matar por una pinche camiseta, en los momentos previos o posteriores a un clásico de fútbol.

Centran hoy el debate en descontextualizar, en comparar momentos aparentemente similares sin tener en consideración el contexto histórico de los mismos, en lastimar, en hacernos los pendejos ante los problemas reales del país (siendo el importaculismo uno de los mas grandes), en dignificar terroristas, en claudicar por el cansancio (que supuestamente jóvenes entre 18 y 24 años llevan a cuestas), en olvidar que las instituciones se deben respetar y que las mismas deben respetarnos; en pasarnos por la galleta lo obvio y sucumbir ante la falta de argumentos…centran un debate en vencedores y vencidos.

Yo la verdad no estoy de acuerdo con el documento suscrito entre un gobierno Colombiano tan legítimo como los votos del ñoño Elías, y un grupo de bandidos que, en contubernio con un laxo grupo de negociadores, estuvieron de vacaciones por varios años en Cuba, estresados por cuenta de un sinnumero de mojitos, lujos, conciertos y jineteras.

¿Paz?…¿acaso estábamos en guerra?…¿cuáles eran los dos bandos involucrados?. Oh, como se cede por cuestiones mediáticas y propaganda de un gobierno que ha claudicó ante un grupo narcoterrorista.

Hablemos de temas tan sencillos como que en el famoso acuerdo (infame por demás), solamente mencionan una vez la palabra secuestro, y sólo para decir que es conexo a la actividad «política» de un grupo de bandidos,  que de guerrilla hace rato no tienen nada.

Ah, pero contemos cuantas veces mencionan la palabra secuestrado, ¿cuántas?: ninguna. Pero los esperanzados y amantes de una paz (así sea esta tan cierta como lo que tenía de Hindú del embajador de la India), dirán que mencionan las «víctimas» muchísimas veces..ah, pero verdad que a la larga ellos, los bandidos narcotraficantes y terroristas de las FARC también son, pobrecitos ellos, víctimas.

Tenemos en estos momentos dos maneras de ver la situación, independientemente a como se vote en definitiva el plebiscito de ese acuerdo mentiroso; la primera es en la que estamos chapaleando en un río para no ahogarnos, y de un momento a otro, nos tiran un ladrillo para hundirnos…la segunda es que tenemos el firme propósito de construir un país donde tenemos que caber TODOS, y ese ladrillo que nos lanzan lo usaremos para edificar una nación que, ante el terrorismo y ante las mafias que lo han manejado,  NO sucumbe.

A la larga, el acuerdo permitirá que no solamente las FARC se pasen por la galleta cualquier tipo de sanción por parte de una sociedad que los padeció, sino además aquellos delincuentes quienes a muchos nos han causado indignación profunda (jefes paramilitares y agentes corruptos del estado), puedan también acceder a beneficios en nombre de esa paz.

Para finalizar,  ¿se repararán las victimas?…¿con qué?, ¿cómo?; ¿ya regresaron los niños y el resto de secuestrados?…¿si?, ¿cuándo?.

Colombia, el platanal donde la libertad y el orden sólo brillan en un escudo.

Historia de una decepción

A Federico Restrepo lo pude conocer personalmente por primera vez, a finales de 2011 en el Café de los Andes ubicado en Plaza Mayor. Ese día él estaba con Alonso Salazar, a quien las elecciones de unos días atrás lo habían favorecido con el cargo más importante (en el sector publico), que tiene mi adorada Medellin: Alcalde de la ciudad.

A Federico lo volví a ver unas cuantas veces más durante el cuatrienio 2008-2011, donde en temas tan espinosos como el de Hidroituango (proyecto que desempolvó Luis Alfredo Ramos B. para bien del Departamento de Antioquia), ejerciendo él como Gerente de las Empresas Públicas de Medellín – EEPPM, quiso ser el palo en la rueda para los intereses del Departamento de Antioquia, tal vez por el rol mismo que ostentaba, donde quería a toda costa que el interés General, fuese particularmente mayor para la empresa que él lideraba.

Luego compartimos en otros escenarios, uno de ellos la Junta Directiva de Hidroituango, donde recuerdo particularmente una anécdota, la cual hoy puedo comprender vaticinó de cierta manera la esencia de lo que es él como persona.

Recuerdo como al finalizar una sesión de una Junta de Hidroituango en las instalaciones del IDEA (Instituto del cual yo Presidía su Junta Directiva), le dije, a sabiendas que a los dos nos une la afición por el ciclismo, que si podía ayudarme a conseguir un uniforme del equipo de ciclismo de EEPPM, a lo que él respondió, que con mucho gusto, que contara con él.

El tiempo pasó y el uniforme prometido por ningún lado aparecía; paralelo a ello Hidroituango consiguió su propia sede en la llamada milla de oro de El Poblado, y después de unos meses de tener sesiones de Junta Directiva allí, estábamos en una de ellas hablando de un tema en particular, donde Federico y el Ingeniero Jesús Aristizabal como representantes de EEPPM se comprometían con algo a futuro, algo sobre lo cual, teníamos desde nuestra posición ciertas dudas, ante las cuales ellos mantenían férreamente su posición y de paso con cierta arrogancia, ante la cual yo repliqué: “Doctor Federico, los percibo muy seguros…pero que no vaya a pasar como con el uniforme de EEPPM”.

Es cierto, tengo una manera particular de llevar a las personas a límites inimaginables y esta situación en particular fue una de ellas; una vez pronunciado mi comentario, Federico se puso más serio de lo habitual, se paró de su puesto y salió afuera a hacer una llamada: los otros miembros no comprendían, ni mi comentario, y mucho menos su reacción.

La sesión continuó, y cuando estaba casi por terminar, Federico revisó su teléfono móvil e intempestivamente y sin mediar palabra salió por un momento; cuando regresó, me entregó el uniforme.

De dicha situación pude concluir que él es una persona de esas a quienes les gusta aparentar ante los demás, más aún si se es expuesto a una situación donde su nombre puede ser objeto de algún cuestionamiento; pero además que también es alguien que (sin importar si es bueno o no gerencialmente), no tiene la claridad de decir y hacer lo que realmente quisiera hacer (tal vez en esencia, su promesa del uniforme, era sólo para quedar bien conmigo, y como todo buen político, a la larga incumplir).

Es cierto que en un principio él era el candidato de mi preferencia, y eso sin importar que ya le había incumplido a su compañero de firmas, o que me haya dicho una mentirijilla (al mejor y solapado estilo de Ned Flanders) cuando le pregunté a través de whatssap acerca de la veracidad de una noticia que había salido en Minuto30 en relación con el desmonte de sus vallas por orden del Consejo Nacional Electoral, a lo que él me respondió, a sabiendas que el tema era verdad: “eso es pura propaganda negra”. A la larga le copié un tweet de Juan Pablo Barrientos, donde confirmaba dicha noticia y él tal vez comprendió que yo no era un perrito de taxi fácil de ‘tramar’.

Hoy la verdad y desde hace un par de semanas recapacité de dicha voluntaria decisión (no estaba pidiendo NADA a cambio), al saber que la decencia que pregona él en su campaña es tan sólo parte de un personaje creado para ganar las elecciones , y que su pulcritud es tan cierta como lo que soporta aquel slogan de “la más educada”, slogan que fusilan cual payaso con megáfono promocionando un corrientazo bogotano desde la Gobernación, pero claro está que usando cientos de miles de millones de pesos del erario público: comprando conciencias, pagando lentejas , contratando medios, fletando columnistas y favoreciendo académicos de tres pesos que han gozado de contratos que les brinda la secta Fajardista en el poder.

Además, se la pasa más preocupado en difamar a los demás al mejor estilo del «Libro Blanco», sin mirarse a sí mismo: dice que Luis Pérez es el candidato de Santos para buscar esos votos de Uribistas incautos, pero lo que no aclara es que él fue uno de los contratistas más queridos del Gobierno Nacional y que nunca fue, tal vez porque a él le gusta más ser uno de esos «caballeros de industria por prestación de servicios», funcionario público de la administración de Sergio Fajardo, al menos durante 2013 y 2014.

Estamos cerca de las elecciones, y algo tengo totalmente claro: no creo en Federico, y no por un capricho personal, sino por percepciones que él mismo en estos días de campaña me ha confirmado, donde es claro que no solo se la pasan cruzando esa “delgada línea” haciendo política con recursos públicos, sino que son capaces de aliarse con lo peorcito de la política regional con tal de no perder ese poder que por 12 años han ostentado, para su propio beneficio y de todos aquellos que hacen parte de esa secta de aparentes “buenas costumbres” y de aquellos quienes además les apuestan con sus “donaciones” a sus campañas.

No votar por él no me hará indecente y mucho menos corrupto (como le quieren hacer creer a los Antioqueños) y mucho menos hará que la Gobernación se acabe: la misma tiene un impulso de varios años atrás, y cambiar lo que se ha construido por las anteriores administraciones (resaltando que muchos de los programas por no decir que la mayoría con los que alardea Fajardo, vienen de antes), es como pretender que un trasatlántico haga un giro en U en menos de 100 metros.

Para finalizar, para él y a sus fieles escuderos Santi Londoño y Juan Carlos Sánchez (a quienes Ricardo Smith como Jefe de Campaña les ha asignado remuneraciones mensuales bastante suculentas, es decir les pagan), les puedo dar no solo sopa y seco en gestión publica y en un manejo íntegro sin favorecimientos a terceros, sino en algo de lo que tanto pregonan y que tanto les hace falta: decencia y dignidad.

Porque sin lugar a dudas, esto tiene que seguir.

Independientemente a toda la varilla que le doy al Gobierno Departamental, creería que el único problema de fondo que tengo con el actual Gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama (por quien voté en 2011), es por cuenta de haberme incluido de manera infame en un libro tan mala leche como lo fue el tan promocionado «Libro Blanco» (por cuanto no sólo había entregado a total satisfacción la Secretaría que estuvo a mi cargo, sino que además de la exoneración de cualquier responsabilidad por parte de la Contraloría General de Antioquia, en estos ya 44 meses de gestión de la autoproclamada «la más educada» y  en materia de Productividad y Competitvidad, siguieron con lo que les mostramos y dejamos andando (exceptuando claro está de los paseos de chancla y de los contratos multimillonarios a dedo con instituciones con las que se quiso quedar bien, y a las que luego les han quitado responsabilidades).

Ahora bien, y considerando que se acerca una contienda electoral donde estará en juego no sólo el máximo cargo del Departamento, sino además la elección de Alcaldes para cada uno de sus 125 municipios, así como la conformación de la DUMA y los diferentes concejos municipales, quiero decir que pese a todas las circunstancias el candidato de mi predilección para suceder al actual Gobernador, es aquel que ha sido ungido por él (de manera tácita porque supuestamente no le es permitida la participación en política), el Ingeniero Federico Restrepo Posada.

Yo contrario a quienes acompañan a Federico en esta empresa, no me voy a quedar patinando en hablar mal de su más enconado rival en esta contienda que se avecina, porque la verdad, a mi no me consta nada para decir, sin que me pase lo que a Hector Abad Faciolince, que su principal rival es un corrupto.

Tal vez puedo decir de aquel para muchos «Innombrable», que fue como Alcalde un «de buenas» al pegarse ese paseíto al parque eólico de EEPPM en compañía de algunos de sus funcionarios a la Guajira (uno es hoy incluso Secretarío de despacho del buen Aníbal; sí, el mismo de la malograda alianza AMA) y eso sí, bien acompañado de unas «compañeras» que alguna vez tuve en EAFIT (todas ellas parte de ese aspiracional que muchos tuvimos como estudiantes universitarios, al querer tener algún tipo de contacto con aquellas esbeltas figuras que parecían extractadas de afiches tipo Pilsen), pero que por obvias razones (al no tener entre otras cosas un avión privado), nos tocó siempre verlas como ese imposible, únicamente permitido para aquellos que ostentan poder (politico o económico). Ya ustedes juzgaran si irse a la guajira con unos amigotes en compañía de tres «ambiciosas y bellas» muchachitas, con dineros públicos es bueno o malo.

Tampoco voy a creerme el cuento que hago parte de una estirpe «única» e «irrepetible», conocedora de la verdad absoluta, tan absoluta como cualquier respuesta a los retos matemáticos con los que llenan el timeline de la cuenta de twitter de la Gobernación.

Bueno, retomando lo que motiva esta entrada, puedo afirmar que Federico es mi candidato, y las razones son tan simples como aquella frase para muchos lapidaria, pero para mi bastante interesante en el contexto actual de la política nacional: «es para mí tan mal politico de campaña, como un buen gerente».

De Federico puedo decir que comparto ese carácter que a veces hace creer que es duro con las personas, pero que a la larga permite que las cosas se hagan como deben hacerse: bien.

Comparto además la pasión por muchas cosas, entre ellas la música y el ciclismo, y qué, tal vez esa última pasión que describo, es la que me permite describirlo como un trabajador incansable, una persona que trabaja en equipo y un profesional que está orientado al logro, manejando eficiencias, porque sabe que el objetivo de largo plazo es ganar la carrera y no sólo figurar en las etapas.

De Federico me gusta que tiene ese manejo gerencial, tan esquivo para muchos funcionarios públicos y bastante escaso en la mayoría de los politicos que aspiran a montarse a cargos de elección popular.

En cuanto a su programa de gobierno, la verdad si bien no dice nada nuevo (porque es claro que propone continuidad), opino a grandes rasgos lo siguiente:

  • En relación con la estrategia de parques educativos del Departamento, los cuales digamos (basado en la respuesta a un derecho de petición que me respondieron el año pasado), son aquellas Ciudadelas Educativas que empezó el buen Anibal, que continuó Luis Alfredo, pero que extendidos estos a 80 municipios adicionales,  a la larga serán determinantes para promover un desarrollo en la periferia del departamento, siempre y cuando puedan complementarse con actividades que vayan más allá de ganarse aquellos consabidos premios de arquitectura y reconocimientos internacionales que tanto le gustan a la «egoteca» del actual Gobernador. Así mismo, deben implementarse programas de alto impacto para aquellas poblaciones vulnerables, empezando por los mismos estudiantes, donde se debe combatir el ocio y el hambre, con actividades lúdicas en jornadas extendidas, así como con la mejora de aquellos programas de seguridad alimentaria), será fundamental, porque como decía Luis Alfredo: «el hambre no tiene vacaciones».
  • El tema de infraestructura  vial es ambicioso, pero es de totalmente sensato, ya que contrario a pensar como el otro candidato en «licitaciones» eternas para la pavimentación de 1.500 kilómetros de la red de vías terciarias (y tal vez el pago de favores), la idea es trabajar para lograr la rehabilitación y total transitabilidad de dicha red, lo que sin lugar permitirá la inclusión y mejora de la calidad de vida de muchos Antioqueños y Antioqueñas que hoy están sin poder ser visitados para cualquier tipo de intervención social o económica, por parte del estado o del mismo mercado.
  • Creo que es fundamental que en materia de seguridad mejorar lo que se viene haciendo, entre otras cosas, porque creo que además de la exagerada contratación de personal a través de convenios (con instituciones respetables y con objetivos aparentemente loables), esto se convierte en el montaje una estructura paralela a la misma Secretaría en programas que, si bien pueden ser tan  bien intencionados como contratar una «piñata en bosque chispazos», son esfuerzos tibios para un departamento que claramente presenta retrocesos en materia de seguridad al querer mostrarse exitoso en convivencia y prevención.
  • En materia de salud, es prioritario garantizar la supervivencia y sostenibilidad de SAVIA; no puede darse el lujo el departamento de que esto fracase, por la falta de gestión con el estado central. Así mismo es importante aunar mayores esfuerzos en materia de prevención, lo anterior de manera articulada con otras entidades del orden departamental.

Creo que es totalmente entendible que el programa de Gobierno no sea tan extenso y detallado por parte del candidato (por lo anteriormente mencionado al querer sustentar su propuesta en el continuismo), pero, contrario a lo que seguro piensan todas aquellas personas que le apoyan por esperar una coloca (muchos ahora adhiriéndose con una sonrisa tan empalagosa, como aquella muy catalana de quien rajó de Montecristo), pienso que será fundamental que el plan de desarrollo tenga los ajustes a lugar, para que lo que se espera del departamento en esa recordada visión al 2020, sea una realidad.

Independientemente a toda la varilla que me puedan dar algunos de mis amigos, creo que Federico puede significar una oportunidad para construir con respeto, pese a las diferencias que actualmente tienen con algunos integrantes de los distintos partidos o movimientos (partidos unos y estáticos otros, por la propagación de un odio y de una polarización absurda).

Para finalizar es claro que «esto», mucho de lo cual se lo han apropiado cambiándole el nombre (y de paso gastando cifras absurdamente altas en publicidad)…tiene que seguir.

2 años de infamia…casi 18 de admiración.

Recuerdo claramente ese diciembre de 1997, un mes en el que cambió mi destino…

Lo recuerdo no sólo por ser el mes en el que obtuve mi título como Administrador de Empresas de Eafit, sino además, y por sugerencia de una amiga con la que trabajaba en EEPPM, conocí a Luis Alfredo Ramos Botero.

Fui a encontrarme con él (sin conocerlo personalmente y sin ningún tipo de palanca o conocido «político»), en aquella modesta oficina que le habían acondicionado, en las premisas de una central telefónica por la avenida Nutibara.

En mi mente tenía la imagen que cualquier persona puede tener de un político, con el agravante que durante su alcaldía a quien me patrocinaba como deportista (Llantas Gigantes Pirelli) y al esposo de una prima mía (Ron de Vinola), les habían al parecer afectado sus negocios (al no otorgarles unos permisos para la operación y/o expansión de los mismos).

Recuerdo que llegué a dicha reunión y él, en una cordialidad natural y sin hacerme esperar me invitó a seguir a su oficina, ofreciéndome de paso un café e instándome a que le contara mis razones para querer hablar con él.

La reunión transcurrió de una manera bastante ágil, muy ejecutiva y donde pude decirle sin ningún tipo de misterio que sabía que él estaba liderando un proyecto para establecer una compañía de telecomunicaciones y que yo, pese a tener de alguna manera ya lista una opción laboral en Bogotá y unos planes para adelantar una especialización en finanzas en los Andes, encontraba del mayor interés ese naciente proyecto ya que con mis conocimientos en distintas áreas administrativas, así como en régimen cambiario y moneda extranjera podía apoyarlos.

Al finalizar la reunión me dijo que por supuesto contará con él, y que en enero habláramos para firmar un contrato por prestación de servicios mientras se organizaba la parte legal de la nueva compañía, de la cual, me compartió un acta histórica suscrita en la finca del entonces Presidente de el grupo santo domingo, en donde habían logrado un acuerdo de voluntades para conformarla entre tres entidades que hasta ese momento, estaban yendo por caminos independientes: EEPPM, OLCSAL y el grupo Santo Domingo; «doctor Maximiliano nos vemos entonces en enero, lo espero por aquí» fueron sus palabras.

En enero conforme a lo acordado nos vimos, y él tal vez ya sabía que otros rumbos le esperaban lejos de esa compañía que había logrado proyectar y concretar (por cuestiones políticas que aún casi 20 años después, me resisto entender).

Firmamos el contrato y me dijo que me deseaba lo mejor, que él tenía unos proyectos en mente, pero que de seguro a mi me iba a ir bien con lo que definieran lo accionistas.

Durante ese año él viajó a los Estados Unidos, mientras yo inicié una carrera profesional en una empresa que hoy ya no existe y de la cual pude comprender que (y pese a su indiscutible éxito), era el bastión de muchos políticos para pagar favores, empezando por el «caballero de industria» que montaron los Valencia Cossio y que fungió como su Presidente hasta que la vendieron de manera sobrevalorada a EEPPM, y quien siempre omitió al contar la historia de la misma, (por obvias razones y como hoy algunos lo hacen con Hidroituango), que de no ser por Luis Alfredo Ramos Botero esa empresa, Orbitel, no habría existido.

Unos años después tuve la fortuna de entablar amistad con Esteban su hijo menor y volví a reencontrarme con él; comprobé que seguía siendo el gerente visionario con quien unos años atrás me reuní, donde además, y al poder interactuar más cercanamente, me permitió conocer a ese hombre de familia, de principios inquebrantables, decente y a quien, como pocas personas que he conocido (se cuentan con los dedos de las manos), admiro de manera sincera.

Hoy se cumplen dos años de una detención injusta, con tintes claramente políticos y donde a Luis Alfredo lo han confinado a una reclusión que va en contra cualquier tipo de lógica… ¿peligro para la sociedad?.

A él lo han querido doblegar en estos dos años, pero él se ha mantenido firme a sus principios, porque él sí que los tiene.

Hoy cuando se celebran dos años de infamia, yo en la distancia recuerdo que ya van a ser 18 de admiración, donde lo recuerdo como una persona a la que le tengo gratitud infinita, ya que pudo sacar lo mejor de mi como profesional, permitiéndome ser quien soy.

Para él en la distancia todas mis oraciones, donde es claro que extraño compartir con él aquellas tardes llenas de anécdotas, todas enriquecedoras, llenas de un conocimiento que pocos en Colombia han tenido el privilegio de escuchar y las cuales en ninguna universidad me hubiesen podido enseñar.

A Luis Alfredo, a su familia y a todos sus amigos y amigas, fortaleza para que podamos superar esta situación de la mejor manera posible, con dignidad y confiados en que después de esta oscura noche, el sol siempre brillará para todos.

La corrupción en la era de la mermelada

La corrupción es sin lugar a dudas el mayor de los obstáculos que puede tener una nación para superar las dificultades, cerrar brechas, combatir la inequidad y generar un verdadero desarrollo económico en armonía.

Ahora bien, pero si en Colombia todos se quejan de ella por la manera en que constantemente nos afecta… ¿por qué es tan difícil erradicarla? o al menos, como diría un expresidente en una frase tan desafortunada, pero tal vez promisoria ante los exorbitantes niveles que tenemos: «llevarla a unas justas (aceptables) proporciones».

Creo que la mayor dificultad está en la naturaleza misma de la mayoría de los colombianos: un asunto cultural que ha trascendido los ámbitos políticos, producto tal vez de aquella malévola «malicia indígena» que surgió como contrapeso ante situaciones de abuso de poder, que han sometido pueblos desde épocas coloniales y que tristemente, nos ofrece una sociedad que ve en la cultura del avión, del avispado o del «negociante», una manera creativa para tomar y capitalizar a su favor ventajas sobre todas aquellas desventajas que puede tener alguien, en un momento de flaqueza, descuido, ilusión, necesidad o dificultad; en esencia es pasarse por la galleta el deber ser y el buen hacer.

Así es como nacen distintos negocios de aviones para incautos, los cuales son tan propios de las clases menos favorecidas, tanto como de aquellas en donde en tiempos de «escaleras» o «aviones» prestaban salones de los más prestigiosos clubes de Medellín, para hacer lo mismo que hizo el bandido de DMG o los pillos de Interbolsa, pero con marcadores y cartulinas.

Los aviones o avivatos a la larga son de la misma calaña que aquellos contratistas del estado de obras eternas o de mala calidad, o de aquellos que juegan con los ahorros e ilusiones ajenas, al ofrecer rendimientos fabulosos o castillos en el aire (por ahorrarse los costos de una buena ingeniería), sin importar que para generar los mismos alguien a la larga va a terminar siendo tumbado (o implosionado).

Estamos en una sociedad permisiva donde la mayoría de las personas se hacen los de la vista gorda ante la cantidad de situaciones que si no les afectan directamente, terminan siendo avaladas socialmente con un «para que nos metemos, si no es con nosotros».

«Ah, es que el vecino querido, si aquel de la casa de los $7.500 millones, trabaja en la gobernación»; «ah, es que el «dóc-tor» tiene buenas conexiones en el concejo del municipio y va a mover el POT, y ahí nos hacemos buena platica»; «Ah, es que el concejal aquel tiene un lotecito para VIS, pero tranquilo que no figura nada a su nombre»; «Ah, pero es que si el «dotor» nos «colabora» mucho»;»ah, pero que importa hagamos un convenio para las cámaras de fotodetección, que igual como nos regimos por el derecho privado no necesitamos licitación»;»ah, pero si tenemos que votar por él, porque él es el que nos garantiza el puestico»…

A la larga todos terminamos siendo tumbados por los corruptos, no importa si la corrupción se soporta en la «generación de empleo»: el clientelismo aquel donde ponen a «lumbreras» a calentar silla en alguna entidad pública, sin considerar que la ineficiencia con la que retribuye su salario es directamente proporcional a los torcidos que favorecen al «dóctor» que lo esclavizó cobrándole por la coloca un porcentaje de su salario (o vacuna) a favor de su directorio o a través de unas boletas que compra para la rifa mensual de nada.

Que bueno sería que la indignación temporal que aflora ante eventos atroces y lamentables, saliera permanentemente para combatir de frente la corrupción que ha permeado distintos círculos sociales. Que bueno echar al agua al vecino diputado, concejal o funcionario que increíblemente con una carrera de medio pelo y un salario modesto estrena camioneta cada año o tiene activos que sin lugar a dudas fueron financiados (indirectamente) con recursos públicos; que bueno sería que nos diéramos cuenta colectivamente (sin colectivos), que la supuesta Paz que en Cuba se negocia con fines electorales para mantener en el poder a corruptos y tramposos a quienes le importa cinco negociar con impunidad; que bueno sería que no nos dejáramos meter los dedos a la boca y no dejar que palabras como «mermelada», «musa», «ñoño», «tamal», «teja», hagan parte de un paisaje donde pulula la doble moral y la falta de ganas de realmente cambiar un país que va, al parecer de culo pa’l estanco.

Después de tanto tiempo, Alonso…es.

La política es, para la mayoría de la gente, una palabra desvencijada, malquerida y tristemente sinónimo tácito de muchas de las cosas malas que ha soportado y soporta una sociedad como la nuestra.

Con la política podríamos construir y avanzar, pero dado a que muchos anteponen los intereses personales o de alguna colectividad en particular, se destruye y arrasa; y con ello por obvias razones, nos estancamos en el día a día, en la necesidad, en las brechas, en las desigualdades, en los odios, en los desamores, en las pasiones malsanas y permitir que personas que hacen daño y manipulan, sigan esclavizando mentes y «gentes».

Llegué a la política por un azar del destino y sin haber hecho aquella fila que muchos politiqueros creen que es necesaria hacer, y eso me costó bastante. tuve enemigos a granel no solo en las huestes de los del edificio de enfrente, liderados estos por Alonso Salazar, sino además por parte de algunos personajes que, siendo compañeros míos, eran ávidos inventando cuentos para hacer daño.

Cuando llegué pude entender que la política en Colombia es como su fútbol, donde hay seguidores de una camiseta por conveniencia y sin mediar análisis de fondo, porque es costumbre o porque simplemente quieren hacer parte del equipo ganador.

Con esta circunstancia como una realidad del entorno, empecé a recibir desde ese entonces toda clase de desplantes e improperios por parte de muchos seguidores de Alonso, con los cuales tenía que interactuar, así como por parte de aquellos periodistas fletados, por el sólo hecho de pertenecer a la Administración Ramos (para muchos el «equipo contrario») o por ser abiertamente Uribista; tal vez por ello empecé a reaccionar, pero siempre con argumentos.

A muchos funcionarios los saqué de quicio, recuerdo entre otros a un colérico Melguizo y a un Carlos H. color carmín; en cuanto a Alonso siempre que tenía oportunidad lo saludaba, para aprovechar y meterle una que otra puya; era divertido ver como a veces se «descuadernaba» pero nunca, hubo improperios o malas reacciones directas por parte de él.

Recuerdo una vez que le llamé en la distancia «Pocho», y él con aquella mirada que sólo yo había visto en niños maravillados por algo extraordinario, no podía comprender cómo un «detractor» sabía como lo llamaban en casa…recuerdo.

Ahora bien, finalizaron nuestros trabajos y mientras a mi me difamaban en un libro desteñido que publicó Sergio con toda la intención de hacer daño (al final los entes de control me exoneraron), a Alonso, lo sancionaban con una inhabilidad. Ambos fuimos víctimas de esa manera de hacer política en nuestro país, en la que si no puedes con tus contrincantes, neutralízalos y hazles daño (aquí se incluye la persecución de la que hoy está siendo víctima un hombre honorable, a quien admiro y a quien sólo tengo gratitud: Luis Alfredo Ramos).

Ayer supe que la sanción de Alonso fue tumbada por el Consejo de Estado y tuve sentimientos encontrados.

No puedo decir que me alegré, pero sí debo reconocer que el ex-alcalde me mostró algo para admirarle: su perseverancia y fortaleza frente a las dificultades.

Soportar durante todo este tiempo en silencio su destitución y trabajar para levantar la misma sin hacer la alharaca de Petro, es digno de admirar.

Encontró en esos 2600 metros más cerca de las estrellas nuevamente la soledad, lejos de su hija, con ausencia de algunos familiares, con problemas de seguridad y además soportando toda clase de improperios de quienes en algunas ocasiones le hicimos matoneo virtual, aprovechándonos de dramas personales que sólo el sabe como duelen.

No puedo decir que Alonso fue un excelente alcalde y mucho menos ese héroe que muchos ven cuando influyó en las elecciones de 2011 (y ahí si que se pone en entredicho la cultura de la legalidad de la que tanto pregonan). A él le debemos que se haya empeñado la ciudad nuevamente a la politiquería (sino vean cuántos funcionarios de alto nivel en la Alcaldía, son amigotes de aquel odiado por muchos ex-alcalde que se fue de festín de divas, con funcionarios y en avión privado al parque Eólico de EPM en la Guajira).

Pero si puedo decir que después de la noticia de ayer y leer además sus declaraciones en El Tiempo, que Alonso..es.

Un nueve de marzo para componer esto!

Conozco gente acomplejada, y todos aquellos que destilan odio en contra del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien además de ser uno de los más importantes estadistas que tiene nuestro país, es un colombiano como ninguno.

Uribe se ha hecho moler por esta patria amnésica e ingrata, demostrando con hechos reales y ejecutorias, su amor por una nación que sin lugar a dudas ha mejorado gracias a su inagotable capacidad de trabajar, trabajar y trabajar.

Muchas personas incautas (entre ellas muchos jóvenes y otros que viven en el extranjero), han caído ante aquella estrategia de comunicaciones difamatorias, las cuales aseguran que muchos de los males que tiene el país son por culpa del hoy candidato al senado por el Centro Democrático, qué mentira más grande.

Veo en las redes sociales frases y cuestionamientos tales como: «¿Qué va a hacer Uribe en el senado si no hizo lo que dice hoy en 8 años en lo que fue presidente?» o un más agresivo y socarrón «Por qué no votar por Uribe», proveniente de los más acérrimos enemigos de tener un país en orden, quienes en su mayoría son o aquellos adalides de la mamertología y socialbacanería o en el caso de los políticos, aquellos que se han beneficiado de la mermelada que el gobierno del tramposo reparte a granel.

«Que Uribe fue el artífice de la ley 100″…sí señor, señora o señorita, al igual que de otras leyes que cambiaron para bien estructuralmente al país…¿o será que me van a decir los izquierdosos (quienes seguro extrañan esa retroactividad a las cesantías que quebró empresas y empleados) o los opositores sin argumentos, que los reconocimientos que le dieron cuándo fue senador son pura carreta?

¿Cuántos cuentos de radiopasillos?, ¿cuánta información manipulada por aquellos que prefieren ver un país arrodillado ante la narcoguerrilla y no uno que se haga respetar?, ¿Cuántos chismes de comadres?…la respuesta es simple: tantos que a la larga han calado en aquellos que se podrían vanagloriar por tener la «mediocridad promedio» que pulula en nuestro país.

Yo a Álvaro Uribe Vélez lo he acompañado desde los 90´s por convicción y puedo decir con total tranquilidad que jamás ha sido a cambio de algún beneficio personal.

Así mismo puedo dar fe que es un trabajador incansable, poseedor de todas aquellas características que ojalá tuviéramos en nuestra sociedad: disciplina, carácter, amor patrio, compromiso y una clara orientación al logro, cumpliendo eso sí con los deberes ciudadanos y la ética. 

A mi Presidente Uribe apoyo total e irrestricto, esperando que el próximo 9 de marzo votemos masivamente por las listas del Centro Democrático para el congreso, y con ello empezar a componer todo el mal que el Presidente tramposo que tenemos,  le ha hecho a nuestro país.

Tenemos una oportunidad única para componer esto, no la dejemos pasar.

Nota:

Alvaro Uribe Vélez durante su paso por el senado presidió comisiones y fue ponente de (1):

  • Ley 11 de 1988 que autorizó el ingreso subsidiado del servicio doméstico al Instituto de Seguro Social (ISS).
  • Ley 71 de 1988 Reforma Pensional.
  • Ley 79 de 1988 Actualización Cooperativa o Banca Cooperativa.
  • Ley 16 de 1990 Financiación democrática de los clubes de fútbol.
  • Ley 40 de 1990 Protección y desarrollo de la producción de panela.
  • Ley 91 de 1990 Que creó el Fondo Prestacional del Magisterio.
  • Ley 50 de 1990 Reforma Laboral.
  • Ley 27 de 1992 Carrera Administrativa.
  • Ley 82 de 1993 Protección mujer cabeza de familia.
  • Ley 100 de 1993 Sistema de Seguridad Social.

(1) http://web.presidencia.gov.co/presidente/hoja_auv4.htm